
Soprano o Mezzosoprano o Tenor y Piano
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- Voz y Piano
- Reg.: B.4110
PRIMAVERA
Albert Nieto es desde hace décadas una figura destacada de nuestra música en general y del piano en particular. Ahora se nos revela también como un compositor sumamente interesante.
En su ciclo Besos podemos escuchar una música, llamémosla de carácter neo-tonal, como se nos viene catalogando a los compositores actuales que nos atrevemos a seguir usando ese, para algunos anticuado «recurso» llamado tonalidad. La voz es tratada por Nieto como el instrumento que es, un instrumento eminentemente melódico, y el piano, como un solista más y no un mero acompañante. La talla de Nieto como pianista se deja ver en estas obras donde el piano dialoga con la voz y complementa su labor. En la canción «Invierno», aprovecha el sonido de las cuerdas del piano tocadas en pizzicato, en glissando y golpeadas, para crear un efecto espectral.
Las armonías que usa Nieto están entroncadas a partes iguales, según mi criterio, en la música francesa post impresionista, en el carácter mediterráneo de ilustres predecesores catalanes como Eduard Toldrà y Xavier Montsalvatge, por citar sólo a dos de ellos, y en ecos de la «nova cançó», esa manifestación de la música pop que empezó en los albores de los años 60 del pasado siglo y que enriquecieron nuestro acervo cultural cantautores de la talla de Serrat, Raimon y Lluís Llach entre otros. Este cóctel, hilvanado con sabiduría por Albert Nieto, da como resultado unas canciones frescas, atractivas y de indudable valor musical. Bienvenido a esta nueva faceta, Albert.
Es mi deseo, y el de muchos artistas, que este gran músico continúe en esta recién emprendida senda de la creación y nos ofrezca muchas más joyas como esta.
Miquel Ortega
Compositor, director de orquesta y pianista
POEMAS
PRIMAVERA
¿Qué miras, amante, qué miras?… Parece
que algo en tus ojos florece, florece…
Él no me contesta…Se acerca, me mira…
no sé si sonríe, no sé si suspira…
Y, en el hueco tibio de mis manos quietas,
deja caer sus besos, como violetas
VERANO
El sol de la tarde
arde, arde, arde…
Mi amante me mira, pero dice que
con el sol de cara casi no me ve…
Yo río por nada, con mi risa loca
y él besa mi risa besando mi boca.
Bajo sus pupilas de deseo llenas,
el beso, lo mismo que el sol de la tarde,
arde, arde, arde, dentro de mis venas
OTOÑO
!Qué dulces las uvas dulces!…
¡Qué verdes tus ojos claros!…
Tú me mirabas, mirabas;
yo comía grano a grano…
Y, de pronto, te inclinaste,
y me tomaste en los labios,
húmedos de zumo y risas,
un beso goloso y largo.
INVIERNO
El rostro lívido y yerto
del invierno se asomaba
a los cristales, bañados
en llanto de la ventana.
Llegaste de fuera, herido
de lluvia y vientos helados.
Tus manos, duras de frío,
se arroparon en mis manos.
Un beso fundió la nieve
que traías en los labios.