Auditorio de Alicante, en el 30 aniversario de su fallecimiento (2013)

    En primer lugar quiero agradecer al Sr. Joaquín Santo por su receptividad y entusiasmo en la propuesta de Homenaje. A mi compañera de fatigas en el conservatorio Ana Mª Flori y al musicólogo Pepe Domenech Part por su colaboración, i molt especialmente a Rosa Oliveras per no dubtar ni un moment en desplaçarse des de Barcelona per a estar avui amb nosaltres.

Perdonen por la partitura que coloco en el atril, pero tengo mi memoria saturada por notas de música y me desagradaría descuida algunas de las virtudes de nuestra querida homenajeada.
Podría hablar horas y horas de las excelencias de su persona, y de sus facetas como pianista y como pedagoga. Voy a tratar, tarea complicada, de resumirlo.
Rosa Sabater tenía la virtud de ser, además de una gran pianista, una excelente profesora, y es que atesoraba una condición primordial: le gustaba la pedagogía y disfrutaba con ella. No pudo crear “escuela” en España, es decir, no existe un grupo de pianistas continuadores de su magisterio, ya que tuvo que desarrollar su tarea pedagógica en el Conservatorio de Friburgo y no en el de Barcelona, como ella hubiera deseado, pues la administración española nunca ha dado suficientes facilidades para que un músico pudiera compaginar la faceta docente con la concertística! Por eso sus alumnos están diseminados por Alemania y por el resto del mundo. Pero tuvimos la gran suerte de que fuera la profesora de piano en los cursos de verano de Santiago de Compostela y de Granada, los únicos que había entonces en España. Allí los estudiantes españoles, y de todo el mundo, teníamos el gran privilegio de poderla conocer y disfrutar de su magisterio.
Eran unos cursos muy intensos, pero aún así acabábamos con pesadumbre y con la pequeña frustración de haber querido exprimir aún más a la extraordinaria profesora. Y eso que su vitalidad era tan desbordante que al final de cada jornada, cuando todos los estudiantes estábamos agotados, ella no encontraba nunca la hora de acabar, y se mostraba con tanta energía como a primera hora de la mañana.
Sus cualidades como persona eran las ideales para desarrollar la tarea docente. Intentaré pormenorizarlas, con el riesgo de dejarme algunas: era sencilla, cautivadora, de una simpatía exuberante; generosa y con una energía contagiosa. Y todo ello teníamos ocasión de apreciarlo tanto dentro como fuera de la clase, ya que siempre estaba a punto para ir a tomar la leche merengada granadina con todos los jóvenes; ella decía que entre ellos se encontraba muy a gusto.
Como muestra de su simpatía desbordante, basta con ver cualquiera de las fotos de grupo, donde siempre la encontramos rodeada de alumnos con una sonrisa deslumbrante.
Adentrándonos ahora en sus cualidades específicamente pedagógicas, puedo destacar el hecho que, cada vez que un alumno interpretaba una pieza de Iberia, daba la impresión que Rosa Sabater la escuchaba por primera vez, como si en las manos de aquel estudiante descubriera algo nuevo; así de elevada era su ilusión y el grado de implicación con nosotros.
Otros aspectos remarcables eran su gran intuición para encontrar buenas digitaciones, así como la agudeza de su oído, que le confería una gran sensibilidad de cara al sonido y al pedal. Irónicamente y con mucha gracia, alguna vez se disculpaba con los alumnos por tener este don tan “inquisidor” y hacerles repetir tantas veces un pasaje.
Pero hay un aspecto que quisiera destacar por encima de todos, y es la extraordinaria capacidad de comunicación, que tenía mucho que ver con su extraversión gestual. No olvidaré nunca su descripción gestual del galante que se cubre con la capa en la introducción de Los requiebros. Alguna vez nos había comentado que era una cantante frustrada, pero estoy convencido que también podía haber sido una gran actriz.
En definitiva: para aquellos estudiantes que salíamos del nido, era un privilegio impagable poder escuchar a Rosa Sabater al piano, con aquella gracia especialísima en el repertorio español, y disfrutando a pocos metros de su inmensa aureola y capacidad comunicativa: Albéniz, Falla, Mompou, Montsalvatge… eran sublimados en sus manos.
Puedo dar fe que muchos profesionales del piano de toda España, al oír el nombre de Rosa Sabater, no pueden menos que deshacerse en elogios y palabras de gratitud a la maestra que, en un momento determinado les marcó fuertemente, e incluso puede que a algunos de ellos, tal como a mí me sucedió, les diera el empujón preciso para dedicarnos al mundo de la música. Así, gracias a ella, he tenido la gran suerte de dedicarme a lo que más me gusta en esta vida, la MUSICA.

MOMPOU
Rosa Sabater fue gran amiga de Frederic Mompou y una gran intérprete de su obra. Junto a Alicia de Larrocha fue la primera pianista en grabar su música y así es como yo la conocí de jovencito, como estos Preludios de gran intensidad expresiva y belleza.
No se asusten si en el nº6 sólo utilizo la mano izda; no me habré lesionado (o eso espero al menos), sino que Mompou lo compuso solo para ser interpretado con esa mano y, como dato curioso, surgió toqueteando el piano mientras charlaba con un amigo.
Les dejo con la exquisita música de Mompou.

ALBENIZ
Estas 5 piezas forman parte del ciclo titulado IBERIA, que es su última obra y la más difícil. Encierran gran nostalgia y cierta amargura. Nostalgia de la lejanía, pues se encontraba muy enfermo en el sur de Francia, y lo percibimos sobre todo en las coplas (Rondeña/ Almería). Y amargura porque no se sentía correspondido por la que él denominaba LA MORENA INGRATA, al no programarse ninguna de sus óperas. Precisamente gracias el alicantino de adopción, el director José de Eusebio, ha realizado la ingente tarea de dar a conocer algunas de ellas.
El Puerto se refiere al Puerto de Santa María, al lado de Cádiz. Albéniz (vasco de ascendencia paterna), de madre catalana y de abuelo materno gaditano. Alegre ritmo de zapateado, donde podemos percibir sonido de las olas golpeando en el muelle y, tal como nos describía muy gráficamente Rosa Sabater, el griterío de las vendedoras de pescado.

EVOCACION
Otra de las descripciones de Rosa Sabater en la música de Iberia es la imitación tímbrica de las campanas; como ella nos decía, si una cosa hay en España son iglesias. ALMERIA

ALMERIA
Quisiera comentar que esta obra la siento muy cercana, por mis abuelos maternos. Es muy interesante el carácter general de la pieza que indica Albéniz: nonchalante (indolente)

ADENDA
La obra más virtuosística de Mompou es Variaciones sobre un tema de Chopin. Voy a interpretar, para finalizar esta velada, la Var. Nº8