CANTANDO A DOS POETAS: Ángela Figuera Aymerich y Carmen Conde.

Lorena Paz Nieto, soprano

Albert Nieto, piano

Dep. legal B-1195-2022

2022 La Ma de Guido

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Primavera

CRITICAS

En el presente año 2022 se cumple el 120 aniversario del nacimiento de la poetisa bilbaína de origen valenciano.

Ángela Figuera Aymerich (Bilbao, 1902-Madrid, 1984) y el 115 aniversario de la poetisa cartagenera Carmen Conde (Cartagena, 1907-Majadahonda, 1996), quien se convirtió en la primera mujer en ocupar un sillón en la Real Academia Española de la Lengua. Ambas escritoras se caracterizaron por ser pioneras en la defensa del papel de la mujer en la sociedad. Profesaron una gran amistad y mutua admiración. Si exceptuamos las ya existentes canciones sobre poemas de Carmen Conde —«Rapto» y «Desvelo ante el agua», con música de Matilde Salvador, y «Lágrima», con música de Ángeles López Artiga—, el resto de canciones sobre poesías de Ángela Figuera Aymerich y Carmen Conde contenidas en esta grabación son estrenos absolutos.

El gran artífice de este proyecto disco-gráfico ha sido el afamado pianista Albert Nieto, quien también es el autor de la música de cuatro poemas, «Primavera», «Verano», «Otoño» e «Invierno», pertenecientes al ciclo Besos de Ángela Figuera Aymerich.

De esta misma autora pueden escucharse «Mar de infancia» (música de Marián Gutiérrez Urbaneta); Dos canciones para niños: «El Sol» y «Caperucita roja» (música de Beatriz Arzamendi); Poemas del Duero: «Río de juncos», «Río», «Niño en la orilla», «Río de noche», « Anhelo del río», «Nadando» y «Río y orilla» (música de David del Puerto); Ni aurora fue: «Muerto al nacer» y «Realidad» (música de María José Arenas); del libro Toco la tierra: «Donde veas» y «En tierra escribo» (música de Ana Vázquez Silva); «Pobre» (música de Iluminada Pérez Frutos); y «Los días duros», perteneciente al libro del mismo título, con música de Carolina Valencia. Las dos canciones restantes, « Ya sé que me acabaré» y «En la tierra de nadie», son sobre poesías de Carmen Conde, con música de Fernando Lázaro y Marisa Manchado, respectivamente.

Esta serie de canciones son interpretadas por la soprano gallega Lorena Paz Nieto, una lírica-ligera de bello timbre, con voz aterciopelada de pureza cristalina e igualdad de color en todos los registros, destacando sobre todo su poderosa franja aguda, junto a una gran capacidad para las medias voces y la emisión de notas en pianissimo con bellos efectos de sfumature. Domina tanto el canto legato como el spianato, así como la ejecución de amplios melismas. También ofrece un elegante e incisivo fraseo. En diferentes fragmentos de algunas de las canciones muestra su capacidad para el recitado poético. Cantante con un alto grado de expresividad. Modélicas resultan sus interpretaciones de cada una de las canciones, destacando el fraseo pleno de musicalidad que ofrece en «Ya sé que me acabaré», junto a un bellísimo fragmento de canto melismático. En los Poemas del Duero muestra gran expresividad en cuatro de ellos: «Río de juncos», «Niño en la orilla», « Anhelo del Río» y, sobre todo, ofrece una gran interpretación de «Río y orilla»; entre ellos se van insertando otros tres poemas: «Río», «Río de noche» y «Nadando», donde la cantante recita dando verdadero relieve a cada frase, a cada palabra. En las dos últimas canciones, «Pobre» y «Los días duros», muestra todo su arte interpretativo. En la primera de ellas alterna una primera parte de brillante canto melismático con una segunda de amplio recitado poético. En la segunda, de una gran intensidad dramática, la cantante traduce los versos de Ángela Figuera Aymerich, que reivindican el decisivo papel de la mujer en la sociedad, alternando el canto con el recitado.

Magnífica actuación del pianista Albert Nieto en sus numerosas intervenciones, mostrando siempre una variada paleta de colores y dinámicas, sobre todo en las cuatro canciones a las que ha puesto música; y, a lo largo de todo el recital, muestra una perfecta conjunción con la voz de Lorena Paz Nieto.

Diego Manuel García (Melomano)

     La música pianística i de cambra espanyola no es podria explicar sense la presència de l’incansable pianista Albert Nieto. La seva faceta d’investigador—recordem la seva edició crítica d’Iberia, d’Isaac Albéniz, dedicada a la seva mestra, Rosa Sabater— és un referent que mostra la gran amplitud de les seves fites. Amb la seva obra, pianística i pedagògica, ha obert nous horitzons musicals per a les noves generacions de músics.

      A Cantando a dos poetas, el seu nou àlbum publicat a La mà de Guido, Nieto acompanya la jove soprano Lorena Paz Nieto en un repertori musical de tretze compositors inspirats per les obres de dues poetes que, a més a més, van ser pioneres en la defensa del rol de la dona en la societat. Enguany se celebra el 120è aniversari del naixement de la poeta bilbaïna d’origen valencià Ángela Figuera Aymerich (1902-1984) i el 115è aniversari del naixement de la poeta Carmen Conde (1907-1996), originària de Cartagena.

     El disc comença amb una peça de Nieto: el pianista català és l’autor de la musicalització de quatre composicions —«Primavera», «Verano», «Otoño» i «Invierno»— que formen part del cicle de poemes Besos, de Figuera Aymerich. A aquestes les segueixen nombroses cançons de diferents compositors, amb temes musicals d’una indiscutible tradició espanyola.

     La soprano gallega Paz Nieto, que despunta en el panorama musical per la seva vigorosa franja d’aguts —purs i cristal·lins—, interpreta aquests poemes de llum amb una elegància natural, precisa i contundent. Són cançons que ens parlen de l’amor, de la natura, dels somnis i dels anhels. Paz Nieto canta com una poeta; amb el seu estil personal riu, plora, xiuxiueja mantenint sempre la qualitat de la seva portentosa veu.

     Pensem que el seu caràcter hi deu fer molt, perquè la seva expressivitat genera riques connotacions emocionals.

     Nieto, tècnicament impecable, acompanya la soprano amb un lirisme gairebé d’impressionisme pictòric, evocant prodigioses imatges del Mediterrani.

Núria Serra (SONOGRAMA)

https://www.lavozdegalicia.es/

A CORUÑA

De entre las piezas seleccionadas destacaron la calidez del fraseo en Yo sé que me acabaré, de Fernando Lázaro, o el impacto expresivo de Pobre, de Iluminada Pérez Frutos

03 nov 2022.

      Lorena Paz Nieto, soprano. Albert Nieto, piano. María Pérez Miñones, recitación. Obras en torno a poesías de Ángela Figuera Aymerich y Carmen Conde. Auditorio Sede Afundación, 2 de noviembre.

      Regresó al ciclo Novas voces galegas de Amigos de la Ópera de A Coruña (había actuado en 2016) la soprano gallega Lorena Paz Nieto para presentar su reciente trabajo discográfico Cantando a dos poetas, que engloba un conjunto de canciones (en su mayoría de creación contemporánea) sobre poemas de Ángela Figuera Aymerich (1902-1984) y Carmen Conde (1907-1996). Se trata de un proyecto ideado por el pianista Albert Nieto, que acompañó a la soprano.

      Lírico-ligera de timbre amplio y cálido y canto sentido y franco, sabe usar su propio vibrato con fines expresivos; aunque quizá la voz tienda a velarse en el pasaje (la inteligencia de la cantante le permite usarlo como un arma). Comunica muy bien, tanto en lo físico como al asumir el recitado, muy sentido, claro y logrado, al que la música le obliga en no pocas ocasiones; y se muestra cómoda en la afinación ante intervalos a menudo complejos. Con todo, quizá la dicción cantada podría tener a veces mayor claridad (más en un programa centrado en la poesía).

     Valoremos el riesgo de presentarse con un programa que apostó con decisión por la música contemporánea (difícil para cantante, pianista y público) sin concesiones a la galería… De entre las piezas seleccionadas (de desigual interés) destacaron la calidez del fraseo en Yo sé que me acabaré, de Fernando Lázaro, o el impacto expresivo de Pobre, de Iluminada Pérez Frutos, que comienza con canto melismático para convertirse en un recitado en música.

     Estupendo al piano Albert Nieto (autor además del ciclo que abría el concierto) en unas piezas exigentes que exigen siempre un mano a mano entre voz e instrumento, mucho más que un mero acompañante.

     Aunque por el complejo programa escogido no lo tenía fácil, la soprano encandiló al público despidiéndose con una estupenda versión de Lela, en arreglo de Juan Durán.

Hugo Álvarez Domínguez

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En el año 2022 se cumple el 120 aniversario del nacimiento de la poetisa bilbaína Ángela Figuera Aymerich y el 115 aniversario del nacimiento de la poetisa cartagenera Carmen Conde, conocida esta última sobre todo por ser la primera mujer en ocupar un sillón en la Real Academia de la Lengua. Pertenecientes a la Generación del 27, este disco sirve para homenajear a ambas escritoras, que se caracterizaron por ser pioneras en la defensa del papel de la mujer en la sociedad, y que, además, se profesaron amistad.

Este homenaje no se hubiese podido llevar a cabo sin la generosa colaboración de los compositores que, especialmente para esta ocasión, han compuesto las canciones, salvo las ya existentes de Matilde Salvador y Ángeles López Artiga.

DOS AMIGAS MUY AFINES

Las dos poetisas tenían muchas cosas en común: eran coetáneas, trabajaron en el campo de la enseñanza, rechazaron la posibilidad del exilio para entregarse a esa otra condena, en ocasiones más terrible, que suponía afrontar la cotidianidad en el terreno del bando ganador; y se preocuparon activamente por acercar la cultura a la gente más humilde, Ángela a través de su labor en el “bibliobús” de la Biblioteca Nacional, y Carmen a través de la creación de la Universidad Popular de Cartagena (que contó con la primera biblioteca infantil de España) y de las “Misiones pedagógicas”. Ambas se posicionaron en defensa de la República, sufriendo las consecuencias de la derrota en la guerra civil teniendo que reconstruir sus vidas desde la nada; y quizás lo más loable y meritorio: denunciaron las injusticias del mundo y se posicionaron en la defensa de las libertades y de los derechos de la mujer. Este último aspecto era si cabe más extremo en el caso de Carmen Conde, declarada lesbiana en medio de la mojigatería y la represión de la posguerra.

Ninguna de las dos poetisas ocupa una mínima línea en ningún libro de texto: eran mujeres, pertenecían al bando derrotado en la Guerra Civil y empleaban su poesía como base desde la que lanzar una mirada ácida, rabiosa y escéptica a la sociedad que se desenvolvía a su alrededor.

Ambas poetisas se profesaron gran amistad, que se inició con el envío por parte de Ángela Figuera Aymerich de su primera publicación, Mujer de barro, encabezada con una dedicatoria significativa: «A Carmen Conde, mujer y poetisa, otra mujer. Madrid, mayo, 1948», y que explicita una declaración de conciencia, sino feminista, sí de mujer consciente de su condición; un compromiso que luego se vería refrendado en 1950 en uno de sus poemas fundamentales, “Exhortación impertinente a mis hermanas poetisas”, dedicado, y tampoco es casual, a su amiga. Cuando Ángela publicó su primer libro, Mujer de barro, contaba ya con 46 años, y en él recogía la antorcha encendida por Carmen Conde un año antes con Mujer sin Edén, motivo por el que le dedica el poema titulado «A Carmen Conde, “Mujer sin edén”». Para las dos escritoras se trataba de construir una expresión poética confrontada al lenguaje de la tradición masculina.

Ángela conocía la relación sentimental existente entre Carmen Conde y Amanda Junquera. De hecho, elogió el conocido “Canto a Amanda” escrito por Carmen Conde, e incluyó a Amanda en su círculo de amistades sin ningún problema, lo que mostraba una actitud abierta hacia un tipo de relación que en aquellos años estaba muy mal vista e incluso perseguida y castigada.

Por otro lado, Carmen Conde divulgó generosamente los poemas de Ángela Figuera Aymerich tanto en sus emisiones en Radio Nacional de España como en las distintas publicaciones en las que colaboraba.

En definitiva, dos poetas y dos mujeres adelantadas a la época difícil en que les tocó vivir.

ÁNGELA FIGUERA AYMERICH (Bilbao, 30 de octubre de 1902- Madrid, 2 de abril de 1984).

Ángela Figuera Aymerich es junto a Carmen Conde una de las más importantes poetisas de la segunda mitad del siglo XX. Bilbaína de origen valenciano por parte de madre, fue la mayor de ocho hermanos, lo que le hizo desarrollar un instinto maternal y un amor hacia los niños, que se refleja en sus dos últimos ciclos de poemas, Cuentos tontos para niños listos (1979) y Canciones para todo el año (póstumo, 1984), nacidos al narrar historias a sus nietos antes de dormir.

Fue una de las primeras mujeres en conseguir el bachillerato en Bilbao, ciudad que dejó definitivamente al finalizar sus estudios universitarios. Transcurrió su vida básicamente en Madrid, aunque con breves estancias en diversas ciudades en las que estuvo destinada como catedrática de Lengua y Literatura: Huelva (donde su primer hijo falleció al nacer, lo que influiría en su creación poética), Alcoy y Murcia. Al finalizar la guerra pierde su cátedra, lo que le animó a escribir. No obstante, consiguió trabajar en la Biblioteca Nacional a partir de 1952, con especial implicación en los bibliobuses que acercaban la lectura a los barrios más desfavorecidos en los años 50. También fue traductora de libros de lengua francesa e inglesa.

La poesía de Ángela Figuera Aymerich estuvo influenciada por poetas andaluces: Juan Ramón Jiménez (a su hijo le pondría el nombre de Juan Ramón), Antonio Machado, Federico García Lorca y Rafael Alberti, y más adelante, por el libro de Gabriel Celaya titulado Las cosas como son. En su primer libro, Mujer de barro (1948), trata el tema de los hijos, como lo hicieran tantos poetas de la postguerra, así como el tema de la mujer. Sus períodos estivales en los pueblos sorianos de Hortezuela y de Burgo de Osma inspiraron el ciclo Soria pura (1949), influenciado por su admirado Antonio Machado, que refleja una personalísima percepción de la naturaleza cargada de hedonismo. A pesar de su gran sensualidad y erotismo, pudo salvar la censura.

En 1957 recibió una beca para realizar estudios bibliotecarios en París, donde compuso los poemas de la que será su obra más comprometida, Belleza Cruel. Sabedora de la dificultad para pasar el filtro de la censura debido a que sus críticas al franquismo se fueron agudizando decidió enviarlos a su amigo el escritor Max Aub que residía en México, para ver si podían ser allí publicados. El libro fue publicado en 1958, al conseguir el premio “Nueva España” otorgado por la Unión de Intelectuales Españoles de dicho país y prologado por el presidente del jurado, León Felipe. La que consideraba como su mejor obra, se trataba de un desgarrador libro de poesía rebelde y feminista, social y existencialista. Circuló clandestinamente por España y sus versos ratificaron a su autora como una de las grandes voces de la poesía social del momento. También entabla relación con Pablo Neruda quien le entrega una carta en París dedicada a los poetas españoles que introdujo de manera clandestina, y que tendrá gran resonancia.

Gran aficionada al debate, Ángela Figuera Aymerich participa en los años 50 y 60 de forma activa en tertulias madrileñas junto a Gabriel Celaya, Pepe Hierro, Rafael Morales, Leopoldo de Luis y Gerardo Diego, y en las revistas Ágora e Ínsula. Son los años de su etapa más productiva y conlleva el reconocimiento de su obra poética, que está a la altura de la de sus amigos Blas de Otero, Gabriel Celaya y Gabriel Aresti. En Vencida por el ángel (1950) aparece una poesía existencial que se centra ya en el feminismo, y en El grito inútil (1952) aborda el compromiso social, que contiene el poema antibelicista “Rebelión” y su famoso “Mujeres del mercado”, uno de los mayores ejemplos de la poesía social española de postguerra, donde el verso alejandrino permite suavizar la dureza temática. En Los días duros, que publica en 1953, insiste en la escritura de compromiso social.

Su último libro publicado, Toco la tierra (Letanías) (1962), fue escrito en Avilés, ciudad en la que residió unos años debido al trabajo de su marido. En él resume su sentido de la existencia. Debido a que no tuvo en el momento buena acogida, aludiendo a la reiteración de las ideas, prácticamente deja de escribir.

Su poesía, claramente realista, ha mantenido un tono personal, gracias a la ternura que supera todo prosaísmo, pese a la crudeza de muchos de los poemas.

CARMEN CONDE (Cartagena, 15 de agosto de 1907- Majadahonda, 8 de enero de 1996).

Carmen Conde alcanzó algunos de los hitos de nuestra historia que hasta entonces habían estado vetados a las mujeres: fue la primera en concedérsele el Premio Nacional de Poesía en 1967, y en 1978, la primera en ser elegida Académica de Número de la Real Academia Española de la Lengua. A lo largo de su carrera literaria tuvo muchos reconocimientos, como el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil (1987) por las Canciones de nana y desvelo, donde se mezclan poemas escritos a sus veinte años con otros de su última etapa creativa, dedicado a los jóvenes lectores, y quizás pensando nostálgicamente en esa hija que nació muerta.

La obra poética de Carmen Conde se extiende a lo largo de casi sesenta años, entre 1929 y 1988, con treinta y cinco libros de poesía, además de escribir novelas, ensayos, teatro, memorias…que la convierten en una de las voces más prolíficas de la poesía española no sólo del siglo XX sino de todos los tiempos; además no llegó a publicar todo lo que escribió, pero se está recuperando en la actualidad. Entabló amistad con escritores como Juan Ramón Jiménez, Azorín, Gabriel Miró, y con sus coetáneos María Moliner, María Cegarra, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre, Jorge Guillén, Ernestina de Champourcín, Miguel Hernández y Buero Vallejo, entre otros escritores e intelectuales del siglo XX.

En 1927 conoce al poeta Antonio Oliver, que la asesora en su primera etapa y con quien contraerá matrimonio. Ambos promueven dos hechos importantes; por un lado, la fundación de la Universidad Popular de Cartagena, con el fin de que la formación y la cultura llegara a todas las clases sociales, y que será el germen de muchas otras; y más adelante, en 1956, intermedian para que el legado del escritor nicaragüense Rubén Darío, que custodiaba su última pareja sentimental, lo adquiriera el Ministerio de Cultura. Al estallar la Guerra Civil, Oliver se unió al ejército republicano y ella ha de renunciar a la pensión que había obtenido para estudiar las instituciones de cultura popular en Francia y Bélgica. Finaliza los estudios de Magisterio en Albacete y sigue cursos en la Facultad de Letras de Valencia, donde conoció a Amanda Junquera, quien será a partir de entonces su amiga íntima. Cuando acaba la Guerra, Oliver vive recluido en Murcia y Carmen Conde se esconde en la casa madrileña del matrimonio Alcázar-Junquera, ejerciendo Amanda una influencia decisiva en su creación literaria, pues fue su principal fuente de inspiración y a quien Carmen dedicó casi toda su obra. En 1945 consigue la estabilidad laboral como redactora del Boletín Bibliográfico en el CSIC y como colaboradora en Radio Nacional, y Antonio Oliver regresa a Madrid, produciéndose el reencuentro del matrimonio, aunque a su muerte en 1968, Carmen Conde comparte de nuevo la vida con Amanda, que también se había quedado viuda. Las dedicatorias manuscritas que la escritora escribe a su amiga, no solo en sus propias obras, sino también en libros ajenos, deducen una relación íntima entre ellas.

A partir de los años veinte la joven cartagenera irá afianzando y depurando su voz lírica bajo la influencia de Juan Ramón Jiménez y Gabriel Miró, y su obra poética aborda una gran diversidad de temas, como la poesía ingenua fundamentalmente de amor de Brocal (1929). Su segundo libro de poesía, Júbilos. Poemas de niños, rosas, animales y vientos (1934), prologado por Gabriela Mistral, supuso su consagración como escritora. Los años 40 y 50 son literariamente muy productivos, en los que utiliza seudónimos como Magdalena Noguera y Florentina del Mar.

Mujer sin Edén (1947) tuvo gran influencia en las autoras contemporáneas y la convirtió en la madre de todas las poetisas. Los poemas testimoniales de la Guerra Civil son recogidos en Mientras los hombres mueren y en A los niños muertos por la guerra. Por otra parte, fue la primera mujer que realmente desarrolló en la literatura española el erotismo más radical, lo que puso en práctica ya en 1936 en una serie de textos que ella no se atrevió ni siquiera a publicar. Desde luego, si algo define y distingue a Carmen Conde en la poesía española de postguerra es que es la mujer que, por fin, desarrolla el erotismo y la sensualidad de una manera descarnada, lo que demuestran libros como Ansia de la gracia o El Arcángel.

En las décadas de los 70 y 80 escribe A este lado de la eternidad (1970) y le siguen otros trece títulos donde encontramos temas muy variados.

Su palabra poética es de una belleza y riqueza abrumadoras, destacando la esencia poética, las figuras literarias, la intensidad de sus sentimientos y el vínculo con la tierra.

En 1994 formaliza la donación de su legado cultural a su ciudad natal, Cartagena, y que hoy custodia el Patronato Carmen Conde-Antonio Oliver. Se trata del legado público español más copioso de una escritora, perfectamente catalogado y puesto al servicio de los investigadores. 

       ALBERT NIETO

Discografía