Isaac Albéniz (1860-1909)

Albert Nieto, piano
Dep. Leg. B-16922-2011
2011 La Mà de Guido

Escuchar

MI ADMIRADO ALBÉNIZ

 image-90    Catalán de Camprodón pero de padre vitoriano, de madre catalana y de abuelo materno andaluz, de la gaditana San Fernando. Lleva en su corazón a sus antepasados: Zortzico, Cataluña, Capricho catalán, Cádiz y El Puerto. Precoz y empedernido viajero: mestizaje cultural, caldo de cultivo para sentir a flor de piel toda clase de ritmos, de profundos sentimientos y el espíritu de bullicio, especialmente prolífico en Andalucía.

Me siento cercano a Albéniz, pues llevo sangre andaluza y sangre del norte: mi abuela, del almeriense Vélez Blanco, se enorgullecía glosando sobre su antepasado, el famoso guitarrista Julián Arcas; y un Nieto, de la burgalesa Briviesca, no muy lejos de Álava, fue concertista de piano.

       Recuerdo bellos y inicios académicos con Mallorca y Sevilla para luego disfrutar en la intimidad del vinilo con la Suite española de Luis Galve y con la Iberia de Alicia de Larrocha. Y acabé queriendo estos sonidos sublimes a través del don pedagógico de la malograda Rosa Sabater que, capricho del destino, unos años antes, me había escuchado interpretar Triana en el tribunal del Premio de Honor en el conservatorio.

MI OPINIÓN SOBRE IBERIA

     Música vitalista la de Iberia que, tal como su autor, rebosaba energía y entusiasmo: «música ardiente como el sol de España», la calificaba Déodat de Séverac, pero melancólica y nostálgica a su vez, pues Isaac Albéniz estaba ya muy enfermo. Pero a pesar de ello, firmaba humorísticamente sus cartas con los derivados Saco o  Saquito.

Música tan visceral que él mismo, cuando interpretaba al piano El  Corpus, conducía las manos a su opulento vientre en los silencios del inicio, entre los redobles de los tambores, en la búsqueda de resaltar el efecto dramático de la solemne procesión.

Música tan impresionista que se escuchan las campanas por doquier: «si alguna cosa hay en este país son iglesias con campanas sonando» justificaba Rosa Sabater la recurrencia del compositor.

Música tan rica tímbricamente -¡la genuina guitarra andaluza!- y llena de color que él y otros más han sido tentados de orquestarla.

Música tan exuberante como lo era su locuacidad: perpetuum mobile, le bautizó el compositor Paul Gilson.

Música tan extravertida y tan deslumbrante por sus fuegos artificiales como generosa, afectuosa y bondadosa era su persona: «¡oh música y bondad entretejidas!», le dedicó García Lorca.

Música de una tal exuberante dificultad que no todos los pianistas se atreven abordarla: «he llevado la dificultad técnica al último extremo», confesaba a su amigo Malats. Rubinstein justificaba socarronamente su alejamiento de Iberia: «tendría que pasarme la mitad del tiempo recogiendo del suelo las notas que no daría en su sitio»; y también lo hacía Richter: «! Qué bella música! ¡Pero es tan difícil de leer y memorizar! ¡Es demasiado compleja!».

Música de tal imaginación como imaginario fue su encuentro con Liszt. Debussy  no dudó en afirmar que «Nunca la música ha alcanzado impresiones tan diversas y tan coloristas como en Eritaña. Los ojos se cierran deslumbrados ante tal abundancia de imaginería».

Música tan seductora como cautivador era su gracioso sentido humorístico: «seductora como un naranjo en flor», la consideraba Déodat de Séverac.

Música tan contemplativa que su discurso se ralentiza hacia al final, rememorando con añoranza el tiempo pasado, de manera parecida a los nocturnos de Chopin: es donde ambos compositores llegan hasta el fondo de sí mismos; ¿cómo se explica si no el milagro de las codas de Rondeña y de El Albaicín?

Música tan luminosa que algún poeta, como Juan Ramón Jiménez, ha caído rendido ante ella:

«La melodía va pura, corriendo por la noche pura,

como un río en la sombra.

 Tranquilas, las estrellas se van copiando en su onda,

notas paradas de otra música celeste,

que se rinde a la humana, fascinada.

 La melodía va pura, corriendo por la noche pura,

como un río en la luz»

            Interpretar Iberia es tocar «la maravilla del piano» -Messiaen dixit-, es revivir el quehacer voluptuoso, vital y cosmopolita de su autor, y compensa con creces las incontables horas de estudio. Sumergirse en Iberia es un lujo, un sueño: ¡un hijo, un libro, un árbol… interpretar Iberia!                                   

MI VISIÓN SOBRE LA SONORIDAD Y EL CARÁCTER DE IBERIA

Una característica de la música de Iberia son los prolongados episodios de carácter festivo sumergidos bajo una misma armonía. En estos casos, mantener el pedal de resonancia, con independencia de algunos pequeños cambios parciales, permite disfrutar de ese ambiente de forma continuada.

En algunas ocasiones no es posible mantener los bajos armónicos, tan necesarios en estas piezas, pues debido a la gran riqueza ornamental, se acumulan en exceso las disonancias. El empleo de un pedal tonal puede ser la solución.

En la mayoría de los finales de estas piezas evocadoras, donde el ambiente festivo o el canto profundo se va diluyendo en forma de recuerdo lejano, demanda, a mi parecer, una sonoridad ambiental difuminada. Ello se puedo conseguir utilizando el pedal de resonancia, en forma de pedal estático.

En unas piezas de tanta riqueza tímbrica, me parece oportuno utilizar el pedal celeste para conseguir contrastar frases o períodos de carácter diferenciado, o para subrayar el carácter apesadumbrado de las coplas y el sabor nostálgico de las codas.

Otra peculiaridad de las piezas de Iberia son las numerosas indicaciones de carácter por parte del compositor. Pero hay dos términos prescritos de una forma reiterada que se me antojan de especial relevancia: nonchalante y estompé. La indicación très estompé (“muy difuminado”), que tradicionalmente no se ha tenido muy en cuenta por los intérpretes en la introducción de El Albaicín, supone todo un desafío interpretativo. La indicación nonchalante (“indolente”), inscrita en pasajes de Almería, Triana y El Albaicín, implica una interpretación que se ajuste al término.

{

La Critica

(…) Nieto enfoca aquests set passatges d’Iberia des d’una compenetració absoluta entre técnica, color, ritme, melodia i harmonia…Nieto n’ofereix una versió colorista, brillant, radiant, amb moments de gran lluiment tècnic, que es contraposen a passatges d’un profund intimisme poètic. Una gran versió de la qual caldria esperar en un futur l’enregistrament de les obres que completen la suite.

Lluís Trullen (Revista Musical Catalana, gener-febrer 2013)

(…) Nieto, pianista de larga y acreditada carrera, desembarca en estos pentagramas con criterio y suficiencia técnica. Lo hace sin recovecos, a través de un pianismo franco y natural que no por ello deja de ser riguroso y preciso…Quizá sea precisamente esta naturalidad, esta confrontación directa con lo más epidérmico y popular de la partitura, la cualidad más remarcable de este monográfico Albéniz…

Justo Romero (Scherzo, enero 2013)

«(…) La interpretación de estas piezas nos capta por lo que tiene de personal, sincera y verdadera. Las enormes dificultades se allanan por la suficiencia técnica y, así, puede brotar la esencia de esta música inefable y se hace posible el fraseo libre, poético y delectable, con momentos tan especialmente bellos como la copla (en trascendido aire de jota andaluza) de Almería.»

José Luis García del Busto (DIVERDI)

«(…) me ha captado su sonido, su forma delicada y sugerente de delinear la melodía, su poesía alejada de cualquier ñoñería o edulcoramiento, su sobrio y sabio pedal y, sobre todo su romanticismo contenido y sin alardes vistosos o deslumbrantes.»

P.S.J.D. (Revista RITMO)

«La cima del piano español, Iberia, está de enhorabuena. Un nuevo intérprete se acerca y se atreve a llevarla al disco en una recreación vibrante, con profundidad y un pianismo de nivel estimable. En la ejecución se entrevé la herencia y el magisterio de la recordada Rosa Sabater. (…) «

Esteban Rey. (www.classics.cat)

«(…) Con Iberia se nos descubre como un pianista apasionado a la par que meticuloso, con temperamento pero refinado, diríamos impresionista y también jondo, características todas necesarias para poder enfrentarse a la obra del compositor de Camprodón. (…) ¿Se animará el maestro a grabar el resto de las piezas de la colección?»

Juan Carlos Ferruz (Doce Notas)

«(…) El pianista Albert Nieto se siente muy cercano a Albéniz, pues lleva sangre andaluza. Por eso y por su gran talento musical transmite como pocos la vitalidad y entusiasmo de esta música. (…)»

Música y Educación

«(…) Nieto simplemente quiere dar su propia interpretación, con humildad pero con también seguridad ¡Y es tan agradable escuchar un disco así, ajeno a guerras de personalidades, a manierismos, a originalidades sin fundamento! (…)»

Maruxa Baliñas (mundoclasico.com)